martes, 26 de febrero de 2013

Semana 4: Compararse

No sé la razón, pero cada vez que me comparo con ella salgo perdiendo...

Un mes, niños y niñas, cuatro semanas desde que empecé este reto particular de seguir semana a semana y de manera pública La dieta espiritual de Francesc Miralles. Esta semana tocaba un tema peliagudo, al menos para mí, y es que compararme con los demás siempre ha sido mi deporte favorito.

Y, no sé cómo lo hago, que siempre pierdo...

De todas maneras, quiero pensar que no es algo que sólo hago yo. Quiero suponer que todos, en algún momento, nos hemos dejado llevar por una marea de sentimientos dramáticos y nos hemos comparado, punto por punto, con nuestra amiga, nuestra prima, nuestra vecina, o incluso esa compañera que nos cae tan mal del trabajo.

¿En serio? ¿Nunca?

Pues yo lo hago continuamente. Y, por supuesto, siempre me comparo con los que son mejores que yo. ¿Qué sentido tiene compararse con los que son peores? Ninguno, desde mi punto de vista, porque lo que yo quiero es ser tan guapa como Miranda Kerr, ser tan lista como Jocelyn Bell, y publicar tantos libros como Stephen King, entre otras muchas cosas, claro...

En otras ocasiones mis pretensiones son mucho más modestas y sólo pretendo que los vaqueros me queden igual de bien que a la chica que espera delante mía en Zara para pagar, pintarme las uñas sin salirme como hace mi hermana o ser tan ordenada como mi madre. No siempre pido cosas imposibles...

La solución que nos da el libro es bastante obvia, y no por ello menos cierta. Se trata, en definitiva, de centrarnos en lo que hacemos bien nosotros, en vez de lo que hacen bien los demás. Sé que es complicado, pero probar a centraros durante un rato en lo que hacéis bien.

En mi caso y siempre desde mi humilde y subjetiva visión, se me da bien contar historias y comunicarme con la gente. Los idiomas tampoco se me dan mal del todo, pero mi principal problema es que soy terriblemente perezosa, aunque eso no debería contároslo...

El caso es que yo llevo ya un tiempo, antes incluso de empezar a leer este libro, con el firme propósito de convertir mis lloriqueos comparativos en un acicate para mejorar. Es decir, utilizar esa comparación en la que salgo perdiendo para intentar mejorar yo y conseguir lo mismo (o parecido, porque por mucho que me esfuerce es humanamente imposible obtener el cuerpo de Karlie Kloss...) En serio, probadlo, y si no os sale bien siempre podéis echarme la culpa a mi...

El tema del próximo capítulo tiene mucho que ver con esto de compararse y está centrado en la Envidia y los celos. Como siempre, os dejo tarea para que penséis:

1. Cada vez que detectes algo que te gusta de los demás y que desearías tener, contrapón algo distinto que al otro le falta y tu posees.

2. Practica la admiración con aquellas personas diferentes a ti sin volver la mirada hacia ti para establecer la comparación.

3. Si sufres la punzada de los celos, utilízalos como un espejo para corregir tu propia inseguridad, sin molestar a la otra persona.

4. En casos flagrantes, comunica a tu pareja que te sientes celoso y por qué.

Os confieso ahora que mi objetivo para mejorar esta semana, que era escribir todos los días, se ha quedado en un 4. No apruebo porque de siete días sólo he escrito tres, de modo que suspenso. Podría justificarme, pero bah, no tengo ganas :p El objetivo ahora es mejorar...

¿Cómo lleváis vosotros el tema de las comparaciones? ¿Cómo sobrevivís a ellas? ¡Contadme! 


jueves, 21 de febrero de 2013

Derek Blasberg, un mamarracho divertido


¿Después qué hizo con el bolso? ¿Lo tiró? 


Algún día os tengo que contar mi estúpida adicción a las revistas de moda. Yo, con todo el cariño del mundo, las llamo revistas de maris, y creo que puedo considerarlo uno de esos placeres culpables que todos tenemos. Me encantan y a la vez me horrorizan, con esa mezcla de ultrafeminismo y culto al cuerpo tan poco coherente.

Ah, las adoro. 

Por supuesto, también visito páginas dedicadas a la moda y al life style (por favor, pronunciarlo de la manera más pija posible) y no sé cómo, pero hoy he acabado viendo este corto dirigido por Dasha Zhukova (otro día os hablaré de la moda de las rusas, que también da para largo) y protagonizado por Chloe Sevigny y Derek Blasberg. El corto no es gran cosa, pero tiene un bailongo años veinte muy gracioso, y ya sabéis que soy una fan absoluta de los bailes absurdos.



Y claro, ya me ha acordado de esa inefable criatura llamada Derek Blasberg. Sí, ese chico mono con barbita que sale en el vídeo. ¿Y quién este? os preguntaréis. Pues un escritor norteamericano de moda. Nacido en St. Louis, Missouri, pronto se trasladó a Nueva York y de allí a la fama sólo hay un paso, eso lo sabemos todos. El caso es que desde hace más de un año tengo por casa su primer libro, Classy, y es de un petardismo tan divertido que es básicamente imprescindible.

Lectura obligada para ser una lady


En 'Classy' el bueno de Derek nos da un montón de consejos para comportarnos como auténticas ladies. Desde el arte a la política, desde cómo organizar una maleta a ser la invitada perfecta. 'Classy' parte de la base de que somos unas malas bestias y nos reeduca por completo.

Just kidding.

En realidad, los consejos no son malos. De hecho, diría que son bastante juiciosos y útiles, al menos la mayoría. 'Classy' hay que tomárselo como una broma, con esos tests al final de cada capítulo más propios de una revista juvenil, o las continuas referencias a su hipermolona vida con sus amigas superfamosas. Derek es un poco petardo pero se lo perdono, porque aunque sea un poco mamarracho al menos es divertido, cosa que no se puede decir de todos los mamarrachos...

Por si fuera poco, ha sacado una segunda parte titulada Very Classy, que tengo en mi wishlist desde hace tiempo, por si alguien se anima (ejem ejem). Ya lo he dicho alguna vez, pero es muy triste que el mercado anglosajón tenga taaantos libros de este tipo y el mercado patrio casi ninguno. Pensándolo bien... ¿A quién veis escribiendo un libro de estilo? ¿Alguna apuesta? 

martes, 19 de febrero de 2013

Semana 3: La rigidez mental

Creo que cuando hablan de flexibilidad no se refieren a esto... 

En un día en el que apetece meterse en el sofá con una manta y un par de litros de té mientras vemos películas lacrimógenas os traigo el tercer capítulo de La dieta espiritual de Francesc Miralles. Si os acordáis, esta semana estaba dedicada a la rigidez mental, y es que todos, sin excepción, a veces nos comportamos como si tuviéramos la cabeza llena de cemento armado...

Empecé esta fase de la particular dieta con el primer objetivo, es decir, preguntando a un par de personas en qué me comportaba con mayor rigidez. Los elegidos fueron mi hermana y Fausto, dos personas que me conocen bastante bien. Sin embargo, ninguno de los dos supo darme una respuesta satisfactoria, y aunque pregunté a algunos amigos, nadie me contestó.

¿Significa esto que soy un alma dulce y comprensiva? Emm... no.

Pero sí tengo que reconocer que la rigidez mental no es uno de mis mayores problemas. Hay temas en los que fallas y temas en los que no, y bueno, suelo ser bastante tolerante y flexible. No soy perfecta, aunque os lo parezca ahora mismo, pero sí es verdad que suelo empatizar bastante bien con los problemas y puntos de vista de los demás.

Os pongo un ejemplo: tengo amigos de derechas y de izquierdas y es raro que con los tiempo que corren el tema político no se acabe tocando en alguna conversación. Pues bien, los de izquierdas siempre me acusan de ser de derechas, y los de derechas siempre me acusan de ser de izquierdas. ¿Cómo lo hago? Ni idea. No es que me guste llevar la contraria (bueno, a veces sí), es sólo que creo que soy capaz de entender ambos puntos de vista. 

Por supuesto, no siempre puedo ser tan adorable. He tenido ocasiones en mi vida en las que me he sentido fuera de lugar y me ha costado adaptarme a alguna situación concreta, como todo el mundo. No me gusta, os voy a decir la verdad, cambiar de planes en el último momento, sobre todo si se trata de salir de casa, pero esto lo achaco más a la pereza que a otra cosa...

Esta semana he descubierto también lo que significa Flow, es decir, fluir, y no, no se refiere a nada relacionado con la música... Con este nombre en realidad se hace referencia a ese estado mental en el que estás totalmente inmerso en la actividad que estás ejecutando. Aquí sí tengo problemas, y es que últimamente no puedo estar más dispersa. Para que os hagáis una idea mientras he escrito este post he hablado dos veces por teléfono y he comprobado el mail unas cuantas veces... 

Mal, muy mal, Sarah.

No sé qué actividad me lleva a ese estado de flujo maravilloso, la verdad. ¿Escribir? ¿Leer? ¿Hacer el vago por internet? De lo que sí estoy segura es que hacer ejercicio NO me lleva a ese estado, eso os lo puedo asegurar. En fin, seguiré buscando... 

Para la próxima semana el tema que nos toca es Compararse, y aquí sí que tengo que trabajar duro, porque siempre me estoy comparando con los demás (y no salgo bien parada, precisamente...) Los objetivos a cumplir son los siguientes:

1. Anota en un papel todo aquello que te hace único y especial, aunque no todo sean virtudes.

2. Plantéate para esta semana un objetivo concreto que sirva para desarrollar tu mejor virtud.

3. Valora al final de la semana lo que has conseguido en una escala del 1 al 10 respecto a lo que podrías haber hecho.

4. Programa para la próxima semana aumentar tu puntuación en ese talento o capacidad que te distingue. 

La cosa se pone interesante, ¿eh? No tengo ni idea de cuales son mis mayores virtudes (además de ser un ser adorable, por supuesto) pero va a ser divertido averiguarlo y seguro que Platón me ayuda con esto. Para el número 2 se me está ocurriendo una idea muy loca, a ver qué os parece a vosotros... No sé si es mi mejor virtud o talento, pero escribir se me da bien y me gusta. ¿Qué tal comprometerme a escribir TODOS los días de esta semana? Continuar con los dos proyectos que tengo a medias, escribir esos cuentos que me rondan la cabeza, o un microrrelato, pero el caso es escribir cada día. ¿Qué os parece? 

Y ahora, os toca el turno a vosotros. Contadme cómo os ha ido esta semana, anda... 

martes, 12 de febrero de 2013

Semana 2: El estrés

Un blog no es un blog si no pones un cartelito de estos
Parece que fue ayer cuando empezábamos, pero no, os prometo que ya ha pasado una semana completa. Vamos a revisar hoy el capítulo dos de La dieta espiritual de Francesc Miralles, por si os acabáis de incorporar y no sabéis de qué va esto. El capítulo de esta semana está dedicado al estrés y ay prima que nos han pillado con el carrito del helado...

Tengo que ser honesta con vosotros y tengo que confesaros que este capítulo me llega tarde. Como un año tarde, más o menos. Ahora que estoy en paro, dedicando mi tiempo a cultivarme y a ser mejor persona y, en general, haciendo lo que me sale de las narices, pues la verdad es que estrés tengo poco.

Si esto lo hubiera pillado hace un año, otro gallo nos cantaría. Porque yo he sido una persona muy pero que muy estresada. Tengo una úlcera y os prometo que no es por gusto. Todo me agobiaba, todo me parecía un mundo y si sumamos esto a mi tendencia a anticiparme a los acontecimientos de la manera más negativa posible, pues ya tenéis el drama completo

Mi vida parecía una tragedia griega y ¿sabéis lo peor? Que no era para tanto. Ni mucho menos. Tenía trabajo estable, pareja estable, familia estable. Que sí, que en mi trabajo me explotaban, pero lo normal, no os vayáis a creer. Todo iba razonablemente bien, con sus pequeñas miserias y sus alegrías, pero yo no sabía cómo enfrentarme a esos ataques de estrés. Y, sinceramente, no estoy totalmente segura de que sepa hacerlo cuando tenga que enfrentarme de nuevo a ello (espero que dentro de mucho, mucho tiempo). 

Para esos momentos en los que creemos que el estrés nos va a comer y sólo nos apetece meternos en la cama debajo de un montón de mantas y desaparecer, el capítulo de esta semana nos propone cambiar el foco. Es decir, desviar la atención. Pensar en otra cosa, vaya. En mis peores momentos de angustia lo que mejor me sentaba eran dos cosas: una, ver alguna serie chorra tipo Big Bang Theory o Cómo conocí a vuestra madre. Veinte minutos de risas y, no voy a decir que como nueva, pero casi. Otra cosa que me sentaba genial era jugar con el perro de mi hermana. Algún día os hablaré más de él, porque es un amor, pero os digo desde ya que dedicar quince minutos a tirarle la pelota y que te la traiga es un potente cambio de foco.

En el tercer objetivo de este capítulo nos propone recobrar la calma a través de la respiración. Escuché este consejo este verano (creo) en el programa Redes, aunque no recuerdo que invitado lo daba. Lo que proponía era fijarse en nuestra respiración durante un rato. No hace falta cambiar el ritmo, simplemente poner nuestra atención en plan Ahora estoy inspirando, ahora estoy espirando. Os prometo que funciona, pero me hubiera venido genial conocerlo mucho antes... 

El punto negativo de la semana viene con la separación del estrés positivo y el negativo. O no lo hago bien o no me entero, porque para mí el estrés es siempre negativo. Una cosa es el nerviosismo propio que te entra cuando empiezas un  nuevo proyecto, etc; y otra cosa muy distinta es el estrés paralizante en lo que lo único que se me viene a la cabeza es Nopuedonopuedonopuedorrrr. Aquí tengo un suspenso bien gordo, pero si me lo explicáis os lo agradezco ^^

Después del repaso a la semana vamos con el siguiente capítulo, La rigidez mental. Esta vez nos propone cuatro objetivos:

1. Pregunta a una persona de gran confianza en qué puntos o temas te muestras rígido.

2. proponte esta semana moverte en tu manera de pensar, de hablar y actuar respecto a este particular.

3. Practica la flexibilidad escuchando activamente a personas con opiniones muy diferentes a la tuya, compartiendo ocio con ellas y desactivando cualquier censura mental.

4. Dedica unos minutos al día a una actividad que te provoque el estado de flow, es decir, que te permita fluir y fundirte con aquello que haces.

Pues ala, ya tenemos deberes. ¿Cómo os ha ido esta semana? ¿Habéis mejorado vuestro control del estrés? 


lunes, 11 de febrero de 2013

Vidas imaginadas en la National Portrait Gallery

Es mucho más pequeñito de lo que parece

Por lo general soy una persona muy consumista. Vamos, que no gasto más porque no puedo y me gustan muchas, pero muchas cosas. Los libros, para empezar. Los cosméticos, de todo tipo, que Fausto en su infinita paciencia llama juguetitos. Ropa. Zapatos. Pendientes. Tazas. Chorradas frikis. Dvds. Y además de todo esto, hay ciertos sitos en los que me quedaría a vivir y donde me pasaría el día revolcándome por el suelo con las cosas que allí venden, tirándole besitos a las estanterías.

Me refiero a las tiendas de museos, claro. Hay tiendas de museos en las que lo compraría todo, pero todo, todo. No sé si es la luz, la forma en la que están las cosas expuestas, o qué, pero en esos sitios me dan ganas de acercarme hasta el vendedor más cercano y decirle algo del tipo Escoja usted cual de mis órganos vitales quiere quedarse y vaya empaquetando.

En esto tenemos que reconocer que los anglosajones nos llevan ventaja. Cualquier museo medio chungo tiene una tienda anexa en la que dejarse los cuartos y, normalmente, compras, digo que si compras... Son listos los ingleses. No te cobran la entrada pero saben que vas a dejarte el triple de lo que hubieras pagado por entrar en productos promocionales. Ahí le han dado...

No, no es  María de Escocia


Todo esto es para deciros que hace unos tres días me leí Imagined Lives. Portraits of unknown people, un librito muy curioso en el que ocho autores escriben un relato en torno a catorce retratos de desconocidos, retratos que alberga la National Portrait Gallery de Gran Bretaña. Así, autores como John Banville, Terry Pratchett o Tracy Chevalier insuflan vida a estas personas de las que desconocemos casi todo.

Debo reconocer que el tema me fascina. Tomar el retrato de un desconocido e inventarle una vida, un pasado, una familia es un acto de amor casi místico. Mirar a los ojos del retratado, tratar de desentrañar su personalidad, sus motivaciones o sus actos es un ejercicio literario sólo apto para valientes. Mezclar arte y literatura, preparar una tetera y ya tenemos un cóctel perfecto para estas tardes tan frías. 

No esperéis grandes relatos, tan sólo semblanzas, pero este libro tiene algo mágico. En leerlo en sí no se tarda más que un rato, pero podría pasarme días mirando los retratos de estos hombres y mujeres sin nombre. Sólo está disponible en inglés, y lo podéis comprar en la tienda de la National Portrait Gallery  (sitio peligroso) o en Amazon (sitio más peligroso aún). Yo lo compré en Amazon porque los gastos de envío a España me salían gratis, mientras que en la tienda del museo cuesta 9 pounds...

Desde esta humilde morada hago un llamamiento a los museos españoles para que hagan algo parecido (y que cuenten conmigo, claro). Y si no, dejadme a mí, que ya hace tiempo que me viene rondando la cabeza la idea de escribir relatos sobre los cuadros de Hopper, que para algo tendría que servir el hombre más que para hacer portadas, digo yo... 



jueves, 7 de febrero de 2013

Mi hermana, o la muerte por spoilers

Si mi hermana se hubiera encontrado con Bruce, la película duraría diez minutos


Mi hermana es una gran persona. En serio, no lo digo porque sea mi hermana. Todo el mundo la adora. Es guapa, es buena, es lista. Sería prácticamente perfecta en todo, excepto por un par de detalles. El primero no tiene importancia, y es que canta francamente mal. Como si estuvieran despellejando gatos con una lima de uñas. No se lo tomamos a mal, pobrecita, porque nos reímos bastante a su costa y no es un defecto que precisamente esconda...

Eso no es nada. Pecata minuta. El verdadero defecto de mi hermana, su pecado original, es ser incapaz de no reventarte el final de cualquier cosa. Libros, películas, series, da lo mismo. Si empiezas a hablar con ella debes ser consciente del peligro. Debería llevar un cartel de SPOILER pegado a la camiseta. Y ojo, que la pobre mía no lo hace queriendo. Esa es la tragedia. No es que disfrute fastidiándonos, no, es que es algo superior a ella. ¿Os acordáis de aquello que os decía de que cada persona tiene un superpoder? Pues bien, este es el suyo, y más vale tomárselo en serio.

Para que veáis el alcance del problema os pongo en situación. Un día cualquiera, en la casa familiar, la televisión encendida. Pasan el anuncio de una película, cualquiera, la que sea. 

Padre: ¿Habéis visto esta película? ¿Está bien?
Hermana: ¿Esta es en la que al final resulta que los niños son extraterrestres y son ellos los que han matado al vecino? Está muy bien. 
Padre:...........

Pues así pero con todo. Os pongo otro ejemplo, para que lo veáis más claro.

Yo: He empezado a ver la serie 'Tal y tal'
Hermana: Ohhh, ¡es genial! ¡Te va a encantar! Aunque cuando muere Fulanito te llevas un palo...
Yo:.............

Puede que Fulanito haya muerto, pero tu vas a seguir sus pasos en breve. Eso es lo que tienes ganas de decirle, pero claro, después piensas que lo hace sin mala intención, la criatura. Que le sale de dentro. Que no puede evitarlo. Le gritamos (un poco, sólo), ella se disculpa y hasta la próxima... Que nunca sabes cuando te va a caer, por supuesto. 

Así, he sufrido en mi propia piel más spoilers de lo que una persona normal podría soportar. De todo. He visto películas sabiendo el final, he leído libros en los que ya sabía quién acababa con quién y sí, he visto series a pesar de saber que Fulanito iba a ser cadáver en los siguientes capítulos. Qué remedio. Sin embargo, ahora sufro mucho porque mi hermana ha empezado a ver Homeland y resulta que yo quería verla, pero pensaba esperar un poco más... Ahora no sé que hacer, vivo con el miedo en el cuerpo...  

martes, 5 de febrero de 2013

Semana 1: Pre-ocuparse

Esta soy yo, más o menos, en un día normal


Bueno chicos, hoy comenzamos de verdad. Después de presentaros La dieta espiritual de Francesc Miralles toca hacer balance de la primera semana. El tema para esta semana era Pre-ocuparse, y como sois gente muy lista habréis averiguado que se trata de combatir todas esas preocupaciones que nos asaltan antes de que ocurran las cosas. Y en este tema poca gente me gana, os lo aseguro.

Porque yo no sólo soy la Reina del Drama. No. Yo soy la Emperatriz de la Tragedia. La Faraona de las Preocupaciones Apocalípticas. Podéis asumir, y haréis bien, que este capítulo me viene que ni pintado. Yo soy esa típica personita que se pasaba el día anterior a un examen llorando y balbuciendo cosas del tipo 'Voy a suspenderrrr, y me va a quedar para septiembre, y en septiembre tampoco la aprobaré, y nunca conseguiré sacarme la carrera, y nadie me dará trabajooooooo'.

Más o menos.

Solía pensar que no podía evitarlo, que cada uno es como es y bastante desgracia tiene, y ese tipo de cosas. Pero no lo es, no es inevitable, sólo que hay que hacer un pequeño esfuerzo (o uno muy grande, en mi caso) para evitar ver las cosas tan negras. Llegados a este punto, y como ya tenemos confianza, puedo deciros que soy una persona ultranegativa. Qué sorpresa, ¿eh?

Para contrarrestar, tengo una amiga que es todo lo contrario. El überpositivismo hecho persona y no, no estoy hablando de ninguna corriente filosófica. Ha pasado por circunstancia duras en su vida y aún así es capaz de enfrentarse a los problemas con alegría. A veces, con demasiada alegría, tanto que pienso que es un poco inconsciente (ejem). Sin embargo, es un hecho que a ella las cosas suelen salirle bien, y si no salen bien, pues no pasa nada. Punto y fin. Dónde yo estoy fustigándome antes y después, a ella la preocupación apenas le ha rozado. Sobra decir que la envidio muy mucho y que de mayor quiero ser cómo ella.

¿Qué aprendemos de todo esto? Además de que sufro incontinencia verbal, deberíamos pensar que es mucho mejor enfrentarnos a nuestros problemas con expectativas positivas y no negativas. Que es mejor, sobre todo para nosotros y nuestros sufridos allegados, que pulsemos el botón de Stop y dejemos de darle vueltas a las cosas. Especialmente si esas cosas tan malas aún no han ocurrido y puede que ni siquiera ocurran... 

Evidentemente, es más fácil de decir que de llevar a cabo. Miralles nos habla del poder de nuestras elecciones y de las profecías autocumplidas. Olvídate de los Mayas, esto no va de eso (creo). Ese nombre tan esotérico se refiere a hacer un esfuerzo en pensar que las cosas van a salir bien. No es magia, ojo. Si no has estudiado para un examen, por mucho que te repitas a ti mismo 'Voy a aprobar' lo llevas crudo... Pero, a la vez, si no has estudiado y tienes el examen en quince minutos, de poco vale fustigarte pensando en el suspenso... 

He seguido los ejercicios propuestos para esta semana y tengo que decir que estoy bastante orgullosa de mi misma. Estoy pendiente de un proyecto supergordo que puede cambiar seis meses de mi vida, y evidentemente, entraña un montón de preocupaciones por pequeños detalles y, básicamente, por si sale o finalmente se queda en nada. Pues bien, he conseguido estar un poco menos histérica de lo habitual (sólo un poco) e intentar no pensar mucho en ello, porque en realidad mi parte ya está hecha y el resultado ya no depende de mí. De poco me va a servir preocuparme en exceso, aunque os confieso que los nervios los sigo teniendo...

Después de todo este rollo interminable en el que, os lo creáis o no, me ha han quedado cosas por contaros, toca fijar el programa para la semana que viene. No se trata de olvidarnos de lo de esta semana, sino e dar un paso adelante, subir un peldaño, encender otra luz, o cualquiera que sea la metáfora que os guste más. Para esta segunda semana el tema es el estrés y los objetivos propuestos son los siguientes:

1. Tómate unos minutos para analizar las situaciones más comunes en las que se te dispara la alarma del estrés.

2. Anota en una columna las que obedecen a la categoría de 'eustrés (estrés positivo) y en otra diferente las que pertenecen al 'distrés' (estrés negativo).

3. A lo largo de esta semana, cada vez que reconozcas en ti una reacción de distrés, desactívala a través de un cambio de foco. También puedes detener tu actividad un par de minutos para recobrar la calma a través de la respiración lenta y pausada. 

Y ahora os toca a vosotros contarme cómo habéis pasado esta semana. ¿Cómo os ha ido? ¿Habéis conseguido cumplir los objetivos?