martes, 4 de junio de 2013

Microrrelato ganador de 'Los malos del cuento', cuando ganas sin pensar


Mátame camión
Me he dado cuenta de que no había publicado en el blog el microrrelato con el que gané un concurso de la Editorial Ariel. Fue el pasado mes de Abril y la cosa era que para promocionar la publicación del libro Los malos del cuento de Espido Freire lanzaron un concurso de microrrelatos.

No soy muy de concursar en este tipo de cosas. Muy mal por mi parte, porque después ganar me hace mucha ilusión, pero el caso es que recordé que ya tenía escrita una cosilla sobre el tema, y como la participación era übersencilla (algo muy importante para perezosas crónicas como yo) pues nada, lo envié. Un mes más tarde me avisaron de que Espido Freire había elegido mi relato como el ganador y a mí me hizo una ilusión tremenda, porque soy así de fácil. ¿El premio? la vida de mis sueños en un cottage inglés  Cinco códigos para ver películas en Nubeox (aún no lo he probado, ya os contaré qué tal) y un ejemplar firmado por Espido Freire de 'Los malos del cuento'.  No está nada mal para ser algo que hice sin pensarlo mucho ;) 

Dedicatoria de Espido Freire <3


Y, sin más, el microrrelato propiamente dicho. 



Las obras fueron una pesadilla. Ya se sabe cómo se las gastan arquitectos, aparejadores y obreros, de modo que tuvo que soportar desplantes y cambios de plano a última hora, por no hablar de la continua desaparición de materiales.Y qué decir del mantenimiento. En verano el chocolate se fundía, cayendo gruesos goterones del techo, por lo que se pasaba el día fregando, y ella ya no estaba para esos trotes. El caramelo se fundía, el mazapán se ponía duro y el cristal de azúcar se quebraba con sólo mirarlo.Y todo eso para que sólo aparecieran un par de niños escuálidos cada diez años.

- Porca miseria - pensó, y siguió espolvoreando azúcar glassé por el jardín.


No hay comentarios:

Publicar un comentario