Pues esta era rubia de bote |
Hace cosa de un mes terminé de leer Los caballeros las prefieren rubias; Pero se casan con las morenas de Anita Loos, un libro divertidísimo del que ya os hablé en Papel en Blanco. No es mi intención repetir otra vez lo mucho que me gustó (que lo hizo) o recomendaros que lo leais sin tardanza (que lo hago), más bien hablaros sobre la introducción del libro, en el que Loos relata las razones por las que escribió esta historia, y en concreto, su visión como escritora.
Anita Loos era, sobre todo, escritora de guiones cinematográficos y de mordaces artículos para revistas. Años veinte, Ley Seca, la industria del cine que empieza a despegar... Ya sabéis de qué ambiente os hablo. Muchas fiestas locas, muchos Gatsbys, muchas pulseras de diamantes regaladas a coristas. Una época que, como todas las épocas, no volverá a repetirse.
En este ambiente Anita, joven, guapa y muy inteligente, se da cuenta de que todas sus virtudes quedan eclipsadas en cuanto cualquier buenorra rubia entra en escena. Vamos, lo que nos pasa a ti y a mí cualquier sábado por la noche y nos conformamos con quejarnos amargamente.
Ella no. Ella se propuso escribir una novela muy divertida. Una novela que a pesar de tratar con el engaño, la manipulación y el mero aspecto físico como carta de presentación, resulta una novela tronchante, por el simple hecho de que esa es la intención de Anita Loos. Ella misma no los cuenta así:
(...) me puse a escribir mis pensamientos, no con amargura, como hubiese hecho en el caso de ser una verdadera novelista, sino con sentido del humor que, en términos generales, puede calificarse de infantil.
Nos dice que cualquier otro autor, como Sherwood Anderson o Scott Fitzgerald, por citar un par, hubieran conseguido escribir todo un drama con los ingredientes que ella tenía, pero ella decidió tomárselo con (mucho) humor. Y yo, desde aquí, desde el tiempo y la distancia, se lo agradezco.
No os confundáis. Me gusta un drama como a la que más. De hecho, tengo una peligrosa tendencia al melodrama y la tragedia que comparto con otras mujeres de mi familia. Eso sí, cada una en su estilo único y singular. Sin embargo, el humor te salva de muchos peligros. Peligros mentales, me refiero, pero supongo que ya lo estabais imaginando.
Personalmente, no soy capaz de escribir desde la amargura. Es decir, los momentos duros que he vivido en mi vida no me han inspirado más que los buenos momentos. Ver una película con Russell Crowe (por decir alguien, ejem) me inspira mucho más para que escribir que el hecho de que mi novio me engañara con otra. Esa es la realidad, al menos para mí, aunque no niego que vengarse de alguien de una manera literaria también tiene su punto, no os digo yo que no.
Yo sólo digo que elijo el amor. Al menos por ahora. Y a vosotros qué os mueve más a escribir ¿el amor o el odio?
Es curioso porque en plena adolescencia creía que la amargura y la ironía era lo que hacía prolífico a un escritor. Creía en ese mito del genio torturado.
ResponderEliminarSin embargo, hoy estoy convencida de que se puede escribir bien desde cualquier estado anímico. Así que, ¿por qué no elegir ser feliz? :)
Sí, es cierto, creo que todos hemos caído en ese error alguna vez. De hecho, yo escribo mucho más y mejor cuando me siento bien, aunque no sea estrictamente feliz ni ande escribiendo con un gorrito de papel en la cabeza :P
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