jueves, 8 de mayo de 2014

El lujo nos hace más felices, o cómo conseguir 100 días de felicidad

Qué gran verdad...

Vuelvo de las vacaciones. Más o menos. No es que haya estado dos meses de vacaciones (ojalá), es que hace un mes que volví y sigo intentando ponerme al día. Leñe, hace cinco meses que volví a España y parece que aún no he terminado de aterrizar.

Pero no voy a hablar de eso. Hoy quiero hablaros de esta entrevista a Silvia Grijalba que leía ayer. En ella habla de su último libro, Tu me acostumbraste, novela que trata sobre el mal de amores en un entorno de lujo, por aquello de que los ricos también lloran. No es mi intención hablaros en profundidad de la novela, ya que no la he leído, pero si alguien quiere más información está publicada por Planeta. No he leído nada de esta autora, de hecho, creo que lo primero que leo suyo es esta entrevista, pero hay una declaración  que me ha llamado mucho la atención y me ha hecho pensar.


Esta novela va de gente que, a pesar de que no le va bien, se aferra a una vida lujosa y hedonista. Es una opción que puede parecer descerebrada, pero a veces el hedonismo te puede salvar de un estado terrorífico. Ese punto de frivolidad yo lo defiendo.

Y estoy de acuerdo. Puede que no de una manera literal, pero sí con la idea general. Primero deberíamos plantearnos qué es el lujo para nosotros. El lujo normalmente va asociado al precio, a un precio muy alto, se entiende, y ahí es donde no comulgo. Para mí el lujo, en su esencia, es la despreocupación. No preocuparte por el futuro, por llegar a fin de mes o por si se rozan esos zapatos que te han costado 150 euros. Ese es el lujo de verdad, y creo que es inaccesible para la mayoría de nosotros, pobre mortales.

Sin embargo, defiendo la idea del hedonismo, de rodearte de cosas bonitas y/o que te hagan sonreír, y esto, gente, muchas veces no tiene que ver con el dinero. Ojito, con mucho dinero podremos comprar muchas cosas bonitas que te hagan sonreír mucho, pero al final nos apañamos con lo que tenemos. 

Como Silvia Grijalba, defiendo ese punto de frivolidad que, creedme, es capaz de salvarte de estados mentales catastróficos. Os confieso sin pudor que algo tan pueril como pintarme las uñas de rosa brillante me ha alegrado (un poco, tampoco exageremos) la tarde. O una taza de té. O un libro. O ver un capítulo de Hannibal.

Y esto nos lleva a la segunda parte del post, y es que ayer resultó ser un día de descubrimientos. Además de la entrevista a Grijalba descubrí 100 Happy Days, y como ya sabéis que me encantan los retos le eché un vistazo.

Me encanta esta idea, gente.

Se trata de un reto en apariencia sencillo, pero que tiene un índice de abandono del 71%. ¿En qué consiste? Muy sencillo, se trata de buscar cada día algo que te haga feliz, no importa lo que sea, y hacerle una foto.  Durante cien días. Así de fácil. Y así de duro. La mayoría de la gente que abandona dice hacerlo por falta de tiempo, ya veremos qué pasa conmigo...

Sinceramente, me parece una buena idea para ver que, a pesar de todo, de lo mal que lo estemos pasando, de todo lo que lloramos, siempre, SIEMPRE, hay algo que nos saca una sonrisa. Seamos hedonistas, rodeemonos de cosas que nos gusten, de gente que nos haga sonreír.

Seamos felices. O, por lo menos, vamos a intentarlo. 

2 comentarios:

  1. ¡Bienvenida Sarah! Me ha encantado leerte :)
    Estoy de acuerdo contigo en que el lujo está asociado al dinero pero no tiene por qué ser así siempre.
    Y el reto 100 Happy Days me parece fantástico :D
    Muchas gracias por el descubrimiento ;)
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias guapa! Para mí es un lujo sentarme en el sofá a ver una peli o una serie, con una taza de té y sin tener que preocuparme por nada ;)

      Yo he empezado con el reto, a ver qué tal me va...

      Gracias por comentar!

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