miércoles, 20 de marzo de 2013

Cinco microrrelatos de terror (cinco)

Con un Cthulhu tan adorable seguro que me inspiraba mucho más

A finales del mes pasado me apunté a un microtaller de relatos de terror en Escuela de Fantasía. La experiencia fue bastante buena, ya que dura una semana y cuesta tan sólo diez euros (en mi caso, tres euros más por gentileza de mi banco). Aunque la duración es de siete días, en realidad se dan cuatro lecciones y en cada una de estas lecciones hay que escribir un microrrelato. 

Os voy a ser sinceros: la brevedad no es una de mis virtudes y me ha costado mucho más de lo que os imagináis escribir algo coherente en un máximo de 250 palabras. Aún así y a riesgo de hacer el ridículo os dejo que los leáis  Están tal cual los presenté en el taller, y me gustaría que fuerais francos y rajarais un poco sobre ellos. Con ánimo de ayudarme a mejorar, por supuesto. 

Como veis, hay cinco relatos, y es que uno lo escribí y no me gustó, de manera que escribí otro en su lugar. Nada más que añadir, sed malos. 

---------------------

Amor


Nunca le dijo que la quería más que a nada en el mundo y ahora ya era tarde para hacerlo. No le dijo, mientras estaba viva, que pasar la mano por su espalda y hundir la nariz en ese hueco del cuello que parecía hecho a medida para él, era lo mejor de su vida. Casi le pareció oler su pelo, la fragancia a naranjas dulces, mientras se daba la vuelta en la cama, aunque fuera imposible.

    Y allí estaba, entonces, la presión sobre las costillas, el olor a naranjas dulces asfixiándolo, el borde de la cama hundiéndose bajo el peso imposible de un cuerpo. 

    Intenta gritar, pero no puede, igual que no pudo ella, las manos frías rodeando su garganta, exactamente igual que hizo él, patalea, los ojos desorbitados por el terror, la lucha contra lo inevitable e improbable.

    Ahora, que ya ha acabado todo, podrá decírselo, podrá explicarle sus razones. Tienen todo el tiempo del mundo. 

--------------------

Control

Nueve segundos exactos. Eso es justo lo que tarda el agua caliente en salir del grifo de la ducha. Los cuentas, un segundo tras otro,  una retahíla insana en tu cabeza. Dos minutos para estar completamente mojada, tres pulsaciones del bote de champú y otras tres para el jabón del cuerpo.

    Cuentas hasta ochenta y ocho y vuelves a abrir el grifo para aclararte, la condensación resbalando desde la punta del pelo hasta la espalda. Entonces lo oyes, el golpeteo en las tuberías, como teclas de una máquina de escribir oxidada, como un código Morse extraño e ininteligible.

   Escuchas. Dos seguidos. Silencio. Otros dos, silencio, cuatro golpes y silencio de nuevo. Como nudillos contra el cristal, como un toque de atención que no estás segura de que se dirija a ti. 

    Vas a salir de la ducha, incómoda, pero antes de abrir la mampara vuelven los golpes y casi estas segura de que es un mensaje.  El agua cae de nuevo, sin que hayas tocado nada, pero es más viscosa, más fría, más repugnante.

    Ahogas un grito cuando algo viscoso te roza los pies, algo que suena como los golpes de las tuberías pero mucho más cerca.

    Puedes empezar a contar, claro que sí, intentar adivinar cuantos segundos va a durar tu agonía pero eso no va a darte el control de la situación. 

-----------------

Hora de comer

Hay algo que me pone nerviosa cuando lo veo. Puede sonar estúpido, pero creo que demasiado guapo. Una no espera encontrarse a un médico así, ojos azules, dentadura perfecta. Podría imaginármelo sin problemas protagonizando una película, y que me pida la tarjeta sanitaria y comience a hacerme las preguntas de rigor casi me parece una pose. Sonríe demasiado, como si estuviese actuando.

-      De modo que es la espalda, ¿no? Vamos a ver qué es lo que ocurre, levántate la camiseta por detrás.

Me sonrojo como si tuviera quince años y me llamo mentalmente estúpida. Hablo deprisa para disimular.

-    Cuanto silencio. Nunca he visto el centro de salud así.

-   Es que es casi la hora de comer- contesta imperturbable, su sonrisa iluminando su cara- Casi podría decirte que estamos solos…

Reprimo un escalofrío, pero es sólo su mano tanteando la columna vertebral. Arriba y abajo, como si fuera un xilófono y tratara de arrancar alguna nota musical. Es sorpresa lo que siento cuanto algo húmedo roza la base de la columna, y miedo cuando me vuelvo y veo sus ojos oscurecidos, su lengua hendida y su boca abierta con sus dientes perfectos.

Sus tres filas de dientes, blancos, inmaculados y hermosamente perfectos.

-     Apenas te va a doler- me dice, y ya siento como el éter que empuja contra mi boca comienza a hacer efecto.

Podría gritar, pero las palabras se atascan en mi garganta, el sueño es dulce y recuerdo, vagamente, que es la hora de comer.

--------------------------------


Los niños sólo quieren jugar

El final de Agosto nos sorprendió en la playa en medio de una tormenta. No dije nada, porque no había nada que decir y me limité a mirar por la ventanilla del coche mientras la lluvia golpeaba los cristales. A menos de cien metros, las olas levantaban una muralla de espuma blanca que parecía querer engullirlo todo.

-         Esto es un muermo.

Lo había dicho él, no yo, pero me regodeé en la idea de su fracaso.

-    Oye, lo siento- Jaime me tocó el brazo suavemente- No están siendo las vacaciones que planeaba, te lo aseguro. Dios, ¿Cuál es la edad media de este pueblucho? ¿doscientos años?

Los dos nos reímos y la tensión aflojó mientras fuera la tormenta parecía darnos una tregua.

-   ¿No te parece raro? – Jaime sólo alzó una ceja como respuesta, estaba demasiado ocupado tanteando bajo mi camiseta.- Que no hayamos visto ningún niño, me refiero. Llevamos aquí tres días y no hemos visto a nadie de menos de sesenta.

-       Bah, se irán fuera a pasar las vacaciones. Sólo a mí se me ocurriría venir a un sitio como este. Mira, ha parado de llover. ¿Qué tal si nos damos un baño, tú y yo?

¿Por qué no? pensé, quizás fuera eso lo que necesitábamos. Corrimos sobre las altas olas, nos quitamos la ropa y nos portamos como adolescentes.

Y entonces, aparecieron los niños. Pieles blancas y verdosas, bracitos escuálidos, manos palmeadas y dientes afilados cubiertos de algas. Han vuelto para jugar, pero me temo que sus juegos no van a gustarnos.


--------------------------

Silencio, por favor

Supe que íbamos a tener problemas en cuanto lo vi aparecer. Con su corte de pelo anticuado, su ridículo tic nervioso ajustándose continuamente las gafas y un doctorado en astrofísica que ya os digo yo que no sirve absolutamente para nada aquí arriba.

Llegó preguntando sin parar. No podía estarse quieto. Tenía que toquetearlo todo, posar sus grasientas manos por todas las superficies habidas y por haber, dejar las marcas de dedazos en el grueso cristal doble.

Y por el amor de Dios, no paraba de hablar. De lo que había dejado atrás, de lo mucho que iba a aprovechar esta oportunidad, de los dos meses que nos esperaban juntos.

Dos meses.

No podía tolerarlo, claro. De modo que tuve que acabar con él. Tuve que esperar hasta que se durmiera, hasta que estuviéramos rodeados por ese bendito silencio que me arrullaba cuando estaba solo. Gritó, forcejeó, nos llenamos de sangre, él y yo, y tengo que admitir que los cortes no fueron todo lo limpios que me hubiera gustado.

Limpié la sangre que había salpicado la pared, que goteaba hasta el suelo formando charcos pringosos. Quité la ropa de cama y la puse a lavar. Limpié el cuchillo, porque no es que me sobraran precisamente. Tranquilidad, al fin.

Y entonces llegó el problema.

Matarlo había sido fácil. Lo difícil iba a ser deshacerme del cadáver en una estación espacial estanca a un millón de kilómetros de la Tierra.





7 comentarios:

  1. El que más me gusta es Control. La falsa sensación de tenerlo todo controlado y no ser así :-)

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer y comentar! En realidad iba a ser una historia sobre brujas que se comunican a través de las tuberías, pero en sólo 250 palabras no me daba para más :p

      Gracias!!

      Eliminar
  2. No soy una experta en narración ni en literatura, sólo se decir si me gusta o no..
    "Control" y "Los niños sólo quieren jugar" me han molado. El primero por la forma de contarlo, el juego de los sonidos y el tiempo. Y el segundo porque los niños siempre me dan miedo y me imagino una historia medio gore medio de coña... típica historia en la que pido por favor que maten a los protas y que haya casquería (pero de la que hace gracia por exagerada).
    Pero mi favorito es "Silencio, por favor" por ser el asesino el narrador

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias guapa!

      Fíjate que el de los niños fue el que escribí que no me terminó de gustar... La verdad es que los microrrelatos dan para poco, pero bueno, hay que tocar todos los palos. Hace muuuucho tiempo escribí una versión larga de 'Silencio, por favor' pero se perdió en algún formateo...

      Besitos!!

      Eliminar
  3. Buenas!! Te interesaria que alguno de tus relatos, narrados por ti o por nosotros saliera en un programa de misterio y terror llamado Shadow streets que se emite en una radio online? Espero tu respuesta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Pedro!

      Me encanta la idea! Podéis escribirme a smanzano.lobo@gmail.com y ya concretamos! Muchas gracias por todo!

      Eliminar
  4. no soy nadie para decirte,que si esta bien ,o mal,,lo que yo veo,,umildemante es que no veo,,el terror por ninguna parte.

    ResponderEliminar