jueves, 18 de abril de 2013

Semana 11: Anclarse en el pasado

Todos tenemos un pasado... aunque algunos son más vergonzosos que otros...

Una semana más, niños y niñas, volvemos con un nuevo capítulo de La dieta espiritual de Francesc Miralles. Como veis, esta semana la hemos dedicado al tema Anclarse en el pasado y creo que aquí, el que más o el que menos tiene algo que decir.

Todos tenemos momentos en los que recordamos tiempos pasados y pensamos Tendría que haber hecho esto... o No debería... Por lo general no suelen ser cosas importantes, pero hay ocasiones en la que los remordimientos no nos dejan dormir.

Le robaste el novio a tu mejor amiga.

Le dijiste a tu prima que ese vestido le quedaba horrible porque en realidad querías comprarlo tú.

Copiaste en un examen superhiperimportante y, lo que es peor, te pillaron.

No le diste a tu perrito todo el amor que se merecía y ahora está muerto.

Las cosas pasan. Nos suceden cosas buenas y malas pero el ser humano, haciendo gala de un irrefrenable deseo de autodestrucción, suele fijarse más en las cosas negativas y seguir rumiándolas durante un par de décadas. Por si acaso se nos olvida...

El pasado no se puede cambiar y blablabla. Eso ya lo sabemos. Todos veíamos Erase una vez la historia (¿era así el título? Bueno, sabéis a lo que me refiero). Hay gente que ha sufrido verdaderos dramas: abusos, guerras, separaciones familiares... Gracias a los dioses (los antiguos y los nuevos), no soy una de esa personas.

Igual el blog hubiera tenido más gancho, pero no.

Me caí del caballo con once años y cogí miedo. No era la chica más popular del colegio. Me declaré a un chico y me dijo que no. Pensé en irme de Au-Pair y no lo hice. Tuve enfados estúpidos con amigas del colegio y perdí su amistad.

Estos son mis pequeños dramas. Tengo más, pero son todos por el estilo. Nada que no se salga de lo corriente. Lloré un poco en su momento pero pasaron y ya está. Dicen que te arrepientes más de lo que no has hecho que de lo que sí has hecho, y creo que es cierto.

En el caso de mi desastrosa declaración de amor decidí lanzarme a la piscina a lo loco, sin flotador y sin mirar. Resultó que la piscina no tenía agua y me rompí todos los dientes y un par de costillas. Dolió un montón. Peeeero estoy segura de que si no le hubiera dicho nada aún estaría preguntándome qué habría ocurrido. 

Mucho mejor así. Creo.

No tengo mayores traumas y por lo general trato de no arrepentirme demasiado de lo que hago. Y si hago algo mal, intentar solucionarlo. Un día le grité a un compañero de trabajo. Fue por una tontería. Estaba muy tensa y lo pagué con él. 

Estuvo mal. Yo lo sabía y él lo sabía. Así que al día siguiente me disculpé. Y le compré una piruleta, por si acaso... Está claro que no todo tiene tan fácil solución pero por si acaso yo sólo os recuerdo que las piruletas y los caramelos son muy baratos y se consiguen grandes cosas con ellos.

El tema para la semana que viene es el Rencor y aquí vamos con los deberes:

1. Perdona cada día de la semana a una persona que te haya hecho daño voluntaria o involuntariamente, entendiendo -que no justificando- las carencias que le llevaron a actuar de ese modo.

2. Analiza si a tu vez has infligido sobre otros un daño similar. Toma conciencia de esa conducta disfuncional para no volverla a repetir.

3. Cada noche, antes de acostarte, interioriza este propósito de Buda de la compasión: "si por mis limitaciones no soy capaz de hacer felices a los demás, que al menos mi conducta no sea motivo e su infelicidad".

Y vosotros ¿ seguís aferrados al pasado o miráis al frente? 


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