Ella sí que es perfecta en todo |
Otro martes que volvemos a La dieta espiritual de Francesc Miralles y os aviso que ya van quedando pocos capítulos... El de esta semana es La perfección, o más bien, lo infelices que podemos llegar a ser buscando algo que no existe.
Admitamos que vivimos el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos. Se nos exige ser perfectos, o casi. Mejor quitamos el casi. Tenemos que ser guapos, estar en forma, ir vestidos, peinados, maquillados con buen gusto y a la moda, tener un buen trabajo, tener un buen sueldo (no siempre va unido), una pareja que nos quiere y nos respeta, una familia, una casa, viajar, hacer buenas fotos, escribir bien, y, a pesar de todo, ser felices.
Es imposible. Lo sabemos. Nos lo dicen nuestros genes. Nos lo decimos cada mañana, mientras nos pintamos la raya del ojo sin salirnos y nos tomamos el té a toda prisa. Y aún así, lo intentamos. Y nos sentimos unos fracasados cuando nos damos cuenta que no, no somos perfectos.
Ni mucho menos.
El capítulo de hoy más que a la perfección es un canto a la imperfección, y sobre todo, ese concepto molón que es el wabi sabi, y ya sabemos que aquí todo lo que sea extranjero nos mola más. Mucho más. El wabi sabi te viene a decir cosas como estas
Nada dura, nada está completado y nada es perfecto.
Por supuesto, el concepto se ha aplicado a todo aquello que pueda ser vendido, desde lámparas a camisetas, pasando por muebles de jardín o alfombrillas de ratón. Nos habla de la fugacidad de la vida, del amor, el todo cambia y nada permanece con tintes zen.
Los deberes para esta semana nos decían que teníamos que hacer una lista de nuestros defectos más encantadores. No os voy a contar todos mis defectos porque no acabaríamos nunca soy muy tímida, pero creo que uno de los más notables es mi capacidad para rumiar hechos del pasado sin llegar a ninguna solución. Ese me encanta, en serio.
Nos decían que habláramos de defectos que nos aportaran carácter o singularidad, y aquí es cuando os digo que hablo mucho. DEMASIADO. Y no, no es un exageración. No paro de hablar, y tengo que estar muy triste o muy enferma para no hablar por los codos.
También me ha quedado claro que Edison no es bien recibido en este blog, y me han entrado ganas de leer Relámpagos de Jean Echenoz, una novela dedicada a Tesla que anda por casa desde que la publicaron.
Para la semana que viene el tema a tratar serán las dudas, esas zorras que nos asaltan y nos paralizan, y nos impiden tomar una decisión, sea correcta o equivocada. Hay deberes, siempre hay deberes:
1. Analiza qué aspectos de tu vida están paralizados, o no funcionan como deberían, debido a las dudas o a una desatención por tu parte.
2. Cada día de esta semana tomarás una decisión importante sin miedo a equivocarte. Si anotas los resultados en un documento, descubrirás que los aciertos siempre superan a los errores.
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