martes, 28 de enero de 2014

Semana 17: La apatía

Así, pero sin barba y con el pelo largo. Ah, y un jersey gordo.
Ah, la apatía. Ese bonito sentimiento que te ata a la cama, te encierra debajo de las mantas y te hace creer que no hacer nada es hacer algo. A esto precisamente le dedica este capítulo Francesc Miralles en La dieta espiritual, y a mí me vendría bien.

Y sí, digo me vendría porque reconozco que después de leer el capítulo me he quedado un poco igual que como estaba. 

Pero mejor vamos a empezar desde el principio. Estoy apática, doctor. Muy apática. Las causas son a la vez estúpidas y terribles. Me dejó mi novio, sin previo aviso, y a la semana ya estaba viviendo con otra. Esa es la realidad. Nada del otro mundo. Nada que no le ocurra a cientos, miles de personas a diario. 

Que sí, que ya lo sé. Que no debería estar tan triste. Que estas cosas pasan. Que ya se me quitará la pena. 

Pero la otra cara de la realidad es que, a pesar de todo, lo echo muchísimo de menos. Y me cuesta, me cuesta mucho, ya no sólo intentar entender lo que ocurrió, sobre todo me cuesta volver a la que se supone que era mi vida pero sin él. 

Esto está quedando muy melodramático, pero os prometo que no era la intención, de verdad.

El caso es que precisamente por esta apatía me obligo a hacer cosas: escribir más, leer, ver películas o series, etc. El caso es tener la mente ocupada, lo que, si os soy sincera, no es que me esté dando mucho resultado. Lo cierto es que he perdido la ilusión por muchas cosas y ahora me veo haciendo lo que se suponga que debo hacer en ese momento de manera mecánica. 

A ver, que soy muy consciente de que lo que me pasa no es nada por lo que todos hayamos pasado antes. Que no debería pensar tanto ni preocuparme por una persona cuando esa persona ni piensa ni se preocupa por mi, etc etc. La teoría me la sé muy bien, no os preocupéis. Ahora me falla la práctica. 

Y ahí sí que no sé cómo actuar. Porque ganas, lo que se dice ganas, no tengo ganas de nada. Y bueno, obligarse a hacer cosas está bien, pero tampoco veo yo un cambio muy significativo, la verdad...

¿Algún consejo? 

Para la semana que viene, el tema es la impaciencia y yo, que soy de esas personas que lo quieren todo ya ya YA, necesito leerlo bien. Los deberes son estos:

1. A no ser que dispongas de un jardín para cuidar, elige una actividad que necesite de varios días para ser completada: pintar un cuadro, escribir un cuento largo o un episodio de tu vida, incluso las tareas de bricolaje suponen una inyección de paciencia.

2. Combate la paciencia encargando en una librería de tu barrio un libro que te interese y no esté en la tienda.

3. Dedica al menos una mañana de esta semana a comprar sin prisas alimentos frescos en el mercado. 

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